Premio Reina Sofía de Poesía Autora fundamental de la literatura cubana del siglo XX y perteneciente al grupo Orígenes de Cuba
La escritora Fina García Marruz (La Habana, 1923) se ha alzado este jueves con el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana,
un galardón que reconoce el conjunto de una obra de un autor vivo que por su valor literario constituye una aportación relevante al patrimonio cultural de Iberoamérica y España. La poeta cubana, que se ha impuesto a otros 56 candidatos, es la vigésima autora que inscribe su nombre en el palmarés de este premio, uno de los más prestigiosos de este género en la literatura escrita en español. El fallo del galardón, que está dotado con 42.100 euros, se ha hecho público en el Palacio Real.
Hace escasos meses se publicó en España una extensa antología representativa de toda su obra, El instante raro (Pre-Textos), todo un acontecimiento editorial porque su poesía ha permanecido prácticamente inédita en nuestro país. Antes su obra apenas había aparecido en antologías, como la de
Once grandes poetisas américo-hispanas (1967), que preparó Carmen Conde. Como recuerda la profesora cubana Milena Rodríguez, que coordinó el volumen de Pre-Textos, "es un galardón muy merecido para una autora que casi no se conoce fuera de su país y que en cambio
en Cuba es la poeta por excelencia".
Premio Nacional de las Letras y de la Crítica en Cuba, García Marruz es
uno de los miembros más importantes y la única mujer del influyente Grupo de los 10 o de la revista Orígenes, encabezado por José Lezama Lima y otros poetas como Eliseo Diego, Gastón Baquero, Virgilio Piñera y Cintio Vitier, su marido.
Integrada en el sistema castrista, que apoyó su marido, su poesía no es, en cambio y según recuerda la estudiosa Milena Rodríguez, un canto al régimen político. Al contrario, sus temas hablan de la infancia y de una Cuba fabulada, la de sus años de juventud en la década de los 50.
En sus versos todo está retratado desde lo mágico. "Hay una continuidad en su obra, una reiteración positiva de temas. Destacan la memoria y la infancia, y también el amor a la patria, pero no desde los datos concretos ni desde la anécdota, construye la imagen de Cuba mediante la fabulación". En este sentido, destacan algunas de sus composiciones como
Los indios nuestros, un canto a los indígenas cubanos a los que agradece "una herencia de pequeñas cosas", y otro en el que
le habla a Cuba como si fuera una niña y ella una madre que le dice lo que debe o no debe hacer. Asimismo, distintos rincones de la Habana vieja son también protagonistas de sus versos.
En cuanto a influencias, hay una herencia muy clara de los clásicos españoles, como Quevedo y San Juan de La Cruz, y su obra recuerda por momentos a la de Blanca Varela, también Premio Reina Sofía de Poesía, aunque la poesía de aquella venía de las vanguardias y dejaba imágenes más violentas. Asimismo,
uno de sus grandes referentes es José Martí, el gran poeta cubano, evocado en muchos de sus poemas. De hecho, García Marruz, que trabaja actualmente en el Centro de Estudios Martianos, es una gran estudiosa de su obra, en torno a la que tiene varios ensayos: "Además de los dedicados a Martí,
ha escrito numerosos libros ensayísticos, faceta de ella aún menos conocida fuera de Cuba que la de poeta. Tiene un magnífico libro sobre Quevedo, otro sobre Bécquer y otros sobre varios poetas hispanoamericanos", señala Milena Rodríguez.
Autora de varios cuadernos, los hitos de su obra están en tres libros,
Las miradas perdidas (1951), Visitaciones (1970) y Habana del Centro (1997), un canto a su ciudad con poemas escritos a lo largo de su vida. Su obra completa se publicó en Cuba en el año 2008. La trayectoria de García Marruz se caracteriza por
una constante reescritura, especialmente relativa a su copioso material inédito, que continúa engrosando y reescribiendo a día de hoy.
Persona tímida y poco amiga de fastos y entrevistas, García Marruz es autora también de sonetos, criticados a veces por una cierta tendencia al ripio, a las rimas imperfectas. Sin embargo, opone Milena Rodríguez, estas composiciones alcanzan por otros motivos un nivel "espléndido, convierte el supuesto error en algo que brilla".
El jurado de esta vigésima edición del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana ha estado compuesto, entre otros, por
Nicolás Martínez-Fresno y Pavía, presidente del Patrimonio Nacional;
Daniel Hernández Ruipérez, rector de la Universidad de Salamanca;
José Manuel Blecua, director de la Real Academia Española;
Francisco Brines, ganador de la última edición;
José Manuel Mendes, director del Libro portugués;
Carmen Posadas;
Soledad Puértolas;
José Miguel Santiago Castelo;
Jaime Siles y
Luis Antonio de Villena.
POEMAS
Cine Mudo
No es que le falta
el sonido,
es que tiene
el silencio.
Ama La Superficie Casta Y Triste
“ Sé el que eres”
Píndaro
Ama la superficie casta y triste.
Lo profundo es lo que se manifiesta.
La playa lila, el traje aquel, la fiesta
pobre y dichosa de lo que ahora existe
Sé el que eres, que es ser el que tú eras,
al ayer, no al mañana, el tiempo insiste,
sé sabiendo que cuando nada seas
de ti se ha de quedar lo que quisiste.
No mira Dios al que tú sabes que eres
-la luz es ilusión, también locura-
sino la imagen tuya que prefieres,
que lo que amas torna valedera,
y puesto que es así, sólo procura
que tu máscara sea verdadera.
Si Mis Poemas
Si mis poemas todos se perdiesen
la pequeña verdad que en ellos brilla
permanecería igual en alguna piedra gris
junto al agua, o en una verde yerba.
Si los poemas todos se perdiesen
el fuego seguiría nombrándolos sin fin
limpios de toda escoria, y la eterna poesía
volvería bramando, otra vez, con las albas.
VISITACIONES
1
Cuando el tiempo ya es ido, uno retorna
como a la casa de la infancia, a algunos
días, rostros, sucesos que supieron
recorrer el camino de nuestro corazón.
Vuelven de nuevo los cansados pasos
cada vez más sencillos y más lentos,
al mismo día, el mismo amigo, el mismo
viejo sol. Y queremos contar la maravilla
ciega para los otros, a nuestros ojos clara,
en donde la memoria ha detenido
como un pintor, un gesto de la mano,
una sonrisa, un modo breve de saludar.
Pues poco a poco el mundo se vuelve impenetrable,
los ojos no comprenden, la mano ya no toca
el alimento innombrable, lo real.
2
Uno vuelve a subir las escaleras
de su casa perdida (ya no llevan
a ningún sitio), alguien nos llama
con una voz querida, familiar.
Pero ya no hace falta contestarle.
La voz sola nos llama, suficiente,
cual si nada pudiera hacerle daño,
en el pasillo inmenso. Una lluvia
que no puede mojarnos, no se cansa
de rodear un día preferido.
Uno toca la puerta de la casa
que le fue deparada a nuestras manos
mortales, como un tímido consuelo.
3
El que solía visitarnos, el que era
de todos más amado, suave vuelve
a la sala sencilla, cada día
más real y más leve, ya de humo.
¿Cuándo tocó la puerta? No podemos
recordarlo. Estaba allí, estaba!
Y no se irá jamás ni puede irse.
No nos trae la memoria las palabras
del adiós. Sólo podrá volverse
por la puerta de un ruido, de un llamado
de ese mundo que borra, ignora y vence.
4
¿Qué caprichosa y exquisita mano
trazó, eligió ese gesto perdurable,
lo sacó de su nada, como un dios,
para alumbrar por siempre otra alegría?
¿Participabas tú del dar eterno
que dejaste la mano humilde llena
del tesoro? En su feliz descuido
adolescente ¿derramaste el óleo?
¿Qué misterio fue el tuyo, instante puro,
silencioso elegido de los días?
Pues ellos van tornándose borrosos
y tú te quedas como estrella fija
con potencia mayor de eternidad.
5
Y cuando el tiempo torna impuro un rostro,
una vida que amamos en su hora
cierta de dar, por siempre más reales
que su verdad presente, lo veremos
cuando lo rodeaba aquella lumbre,
cuando el tiempo era apenas un fragmento
de un cuerpo más espléndido, invisible.
Todo hombre es el guardián de algo perdido.
Algo que sólo él sabe, sólo ha visto.
Y ese enterrado mundo, ese misterio
de nuestra juventud, lo defendemos
como una fantástica esperanza.
6
Y lo real es lo que aún no ha sido!
Toda apariencia es una misteriosa
aparición. En la rama de otoño
no acaba el fruto sino en la velada
promesa de ser siempre que su intacta
forma ofreció un momento a nuestra dicha.
Pues toda plenitud es la promesa
espléndida de la muerte, y la visitación
del ángel en el rostro del más joven
que todos sabíamos que se iría antes
pues escogía el Deseo su sonrisa nocturna.
7
A aquel vago delirio de la sala
traías el portal azul del pueblo
de tu niñez, en tu silencio abríase
una lejana cena misteriosa.
Cayó el espeso velo de los ojos
y al que aguardó toda la noche abrimos.
Partía el pan con un manto de nieve.
Con las espaldas del pastor huiste,
cuando volviste el rostro era la noche,
todo había cambiado y sin embargo
en la granja dormían tranquilas las ovejas.
8
¿No sentías que ardía tu corazón
cuando nos hablaba de las Escrituras?
(Los peregrinos de Enmaús)
Huésped me fue palabra misteriosa.
Huésped es el que viene de muy lejos,
de algún pueblo que nunca habremos visto.
Huésped es el que viene por la noche,
toca la aldaba de la puerta y todo
el umbral resplandece como nieve.
Huésped es quien se sienta a nuestra mesa
sólo por una noche, y no se acierta
sino ya a oír lo que su boca dijo.
Huésped es el que alegra con su rostro,
y alumbra con sus manos nuestro pan,
y no logramos recordar su nombre.
Huésped es el que ha de partir, al alba.
9
There is a wind where the rose was.
Walter de la Mere
Oh vosotras, lámparas del otoño,
más fragante que todos los estíos!
¿Por qué ha de ser aquel que devenimos
con el tiempo, más real, menos efímero,
que aquel que fuimos a tus luces pálidas?
¿Por qué el polvo desierto, la agonía
junto a las armas bellas, quedan sólo
del resplandor de la victoria? Lejano
es todo vencimiento. En otro espacio
sucede, más allá del moribundo
rostro que hunde la gloria y deja ciego
junto al viento que lleva las banderas
espléndidas que huyen. Fiera es toda victoria.
10
Amigo, el que yo más amaba,
venid a la luz del alba.
Cómo ha cambiado el tiempo aquella fija
mirada inteligente que una extraña
ternura, como un sol, desdibujaba!
La música de lo posible rodeaba tu rostro,
como un ladrón el tiempo llevó sólo el despojo,
en nuestra fiel ternura te cumplías
como en lo ardido el fuego, y no en la lívida
ceniza, acaba. Y donde ven los otros
la arruga del escarnio, te tocamos
el traje adolescente, casi nieve
infantil a la mano, pues que sólo
nuestro fue el privilegio de mirarte
con el rostro de tu resurrección.
11
Since I have walk'd with you through shady lanes...
Keats
¿Quién no conoce ese sendero en sombras,
ese continuo hablar, interrumpiéndose
el uno al otro amigo, en el gozoso
diálogo hasta la puerta de la casa,
servida ya la cena? ¿Quién no escucha
las nocturnas pisadas en la acera
tornarse más opacas al cruzar por la yerba
que nos trae al amigo, al bien llegado?
¿A quién, ya tarde, no le cuesta mucho
despedirse y murmura generosos deseos,
inexplicables dichas, bajo los fríos astros?
12
...qui laetificat juventutem meam...
Sólo vosotras, bestias, claros árboles,
podéis seguir! Mas, eterno es el hombre.
Salvaje privilegio de la muerte,
heredad sólo nuestra, mientras derrama el astro
su luz sobreviviente sobre ese rostro altivo
de ser fugaz, junto a los ciclos fijos,
y ese verdor, eterno! Se fue yendo
la gloria de los rostros más amados,
y tornamos, como ola ciega, al tiempo
del cuerpo incorruptible que esperaste
y no pudimos retener, llorando
en la perdida lámpara, las voces,
lo que encuentro creímos y es partida.
Oh lo real, el mundo en el misterio
de nuestra juventud, que nos aguarda!
Nos ha sido prometida su alegría.
Nos ha sido prometido su retorno.
Eres lo que retorna, oh siempre lo supimos.
Pero no como ahora, amigo mío.