Los zapatos mojados me provocan
un sentimiento de retorno.
Retorno a los tiempos ¿ màs felices ?
de la niñez. Y el maternal enojo.
Se me negò el beso de la lluvia.
El corretear, alegre, entre los pastos.
El trepar, al àrbol tàn deseado.
Se me negò la infancia. Y es por eso,
que dejo a mis hijos disfrutando
de su niñez, como si fuera mìa ...
Y me encuentro a mis años, como niña,
envuelta en papel maduro y cano.
¡ tàn cerca de la niñez pasada !
¡ tàn lejos ! ... Y la vejez me alcanza.
Hola, Alicia...
ResponderEliminar¡Ay!, qué soneto tan tierno, tan bonito, tan humano; me has hecho regresar a mi infancia y en aquellas tardes invernales recuerdo que mi madre me decía:
No mojes los cuadernos hijo mío,
ten cuidado que dañas los zapatos
y, entra en la casa ya, porque hace frío.
Un abrazo.
P.D. Mil gracias por tu visita y comentario, el trigal fue pintado mirando un paisaje verdadero y el poema está inspirado en él.
Ali: me llevé una pintura y este poema para mi vidriera, por un par de semanas, con los enlaces a tu blog y respetando tu autoría. Si no estás de acuerdo, dejame mensaje que lo saco.
ResponderEliminarBesos!!
Me ha gustado porque me has hecho viajar de nuevo al pasado. Con tu poema he llegado incluso a sentir el sol en mis mejillas desde mi columpio favorito de entonces y he respirado los mismos aromas. Un placer leerte. Llego a aquí a través de Yenodeblog.
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