Enero estaba a pleno
Treinta y cuatro grados hacía en la ciudad, a un mes de comenzado el verano.
Junto al río, los rayos de sol se potenciaban en miles de cristales espejados de arena rubia y refractaria.
A las once y media de la mañana, con el sol casi en su cénit, Leopoldito Maidana jugaba al paddle con Andrés Villalba. La pelota enviada por Andrés aceleró la velocidad curvándose vertiginosamente. Leopoldito, con la mirada fija en la pelota se arqueó estirándose hacia arriba, con el brazo izquierdo levantado, estéticamente elongado, todo el cuerpo una sola línea tensa, maravillosa , la raqueta en la mano izquierda como soldada a ella. Leopoldito Maidana era zurdo.
Fue lo último que vio y admiró Andrés Villalba y toda la concurrencia femenina, que a la sombra de tilos y sauces seguían el partido con aburrimiento.
La fina línea que formaba Leopoldito Maidana se afinó más y rápidamente se esfumó en la mañana soleada de enero, casi, casi, al mediodía.
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la palabra escrita y la línea expresan mundos interiores, la crítica hecha comentario tambien es un mundo interior que se anexa. no es un ataque. es un hecho que complementa.