Hay olor a muerte en el sendero.
Los àrboles caìdos,
de dolor, de soledad y frìo,
funden sus ramajes ateridos.
¿ quièn escuchò sus gritos silenciosos ?
Sus gemires, sus llantos, nos alcanzan,
la rosa de la herida muestra,
el borbotòn de la vida, que se escapa.
La vida. ajena, alrededor palpita,
con trinos, melodìas y suspiros.
Y la muerte de los àrboles ... es mìa.
Yo tambièn muero, por la abierta herida,
cada vez que te encuentro en mi camino,
acompañando una mujer distinta.
sencillamente hermoso.
ResponderEliminarFelicidades.
gracias jaime por tu visita y por tus palabras.
ResponderEliminaralicia