La tarde se ha echado
la boina gris sobre la frente.
El cafè acostumbrado,
en la mesa de siempre.
La ciudad se detiene
de la larga jornada.
Las luces, se encienden,
la mùsica, embriaga.
Ciudad con la gente
conocida de siempre.
Saludos fraternos,
ojos sonrientes.
Yo, desconocido,
en la mesa de siempre.
pero se ven tantas cosas desde la mesa de siempre...
ResponderEliminarun abrazo amiga.