sábado, 30 de abril de 2011

EDUARDO GOTTHELF-MICRORELATOS


Eduardo Gotthelf: “Es sorprendente ver cómo con menos se puede decir más”

El entrevistado es “microrrelatista” y recorre los caminos que en Latinoamérica ya anduvieron con tanta fortuna escritores como Monterroso, Arreola y otros. Ahora acaba de publicar “Cuentos pendientes”, justamente una colección de esos relatos mínimos. Sobre este libro y sobre el arte de la brevedad habla en esta charla.
sábado, 27 de diciembre de 2008
Teniendo en cuenta que sos ingeniero en petróleos, ¿cómo nace en vos la idea de escribir ficciones?
- En realidad ya escribía en mi adolescencia, mucho antes de ser ingeniero. Cuando empecé la facultad, dejé. Volví a escribir hace unos 20 años, jugando con mi primer procesador de textos.
- ¿Cómo conciliás literatura e ingeniería? ¿Cómo se llevan adentro tuyo?

- Son dos aspectos que se apoyan mutuamente. Tal vez la ingeniería me sirva para ordenar el pensamiento en alguna dirección, o para analizar la realidad de cierta manera. Y las letras me ayudan a escribir informes en mi profesión (que no deberían ser ficción, ¡pero nunca se sabe!).
- ¿Cómo y cuándo empezaste a publicar?

- Participé en algunas antologías: Letras de Ensayo; 20 de Animales; hace poco Cielo de relámpagos y Estación 13. Algunos cuentos fueron publicados en revistas (El Aleph) y algunos diarios, incluyendo Los Andes. En 1995, Ediciones Culturales de Mendoza publicó El Sueño robado y otros sueños. Después, en 2007, Cuentos Pendientes.

- En las primeras ediciones se ve una presencia fuerte de Mendoza, ¿a qué se debe?
- Es que aquí completé la escuela primaria, el secundario y me recibí de Ingeniero en la Facultad de Ingeniería de Petróleos de la UNCuyo. Después el trabajo me fue llevando a otras latitudes.

- Hablame un poco de Cuentos Pendientes…

- Cuando surgió la idea de hacer un libro dedicado sólo a minificción, empecé a escribir textos nuevos y también rescaté algunos cuentos cortos anteriores, que parecían estar listos.

El desafío fue tomar esas 200 o 300 palabras, y comprimirlas a 100, 50 o menos. La experiencia fue interesantísima. ¡Es sorprendente ver cuánto más se puede decir con menos!

- Tengo entendido que la primera edición se agotó. Impensado en la Argentina profunda "del interior" y "de un novel escritor".
- Hicimos 1.000 ejemplares y sucedió algo mágico: una empresa compró una gran cantidad para usar como presente ese fin de año. Regalaron a sus clientes una caja de madera que en su interior tenía dos botellas de vino y el libro, como para combinar ambos placeres.

La edición se agotó muy rápidamente y hubo que hacer otra. Regalar libros es un ejemplo que otras empresas deberían imitar…

- ¿Cómo entraste en la minificción?
- En realidad estaba adentro sin saber. Siempre escribí cuentos cortos. Y también unos textos muy cortos, que no sabía definir. Hace pocos años me enteré que eso era un género que algunos llaman minificción.

- ¿Cuáles son tus temas?

- Abordo muchos temas distintos. Me interesa todo lo relacionado con el ser humano. Esto me lleva a preguntarme, entre otras cosas, sobre la posibilidad de que nuestra especie sobreviva. La contaminación del planeta, la superpoblación, la crisis energética y alimentaria, el auge de los fundamentalismos, la guerra.

En resumen, la estupidez humana. Creo que en el hombre el principio de conservación del individuo es más fuerte que el principio de conservación de la especie. Y aquí hay una falla de diseño: si no hay especie, no habrá individuo.

- ¿Cuándo se te ocurren las ficciones?
- En los lugares y momentos más extraños. No hay un patrón, en algún momento se me ocurre una idea, y anoto algunas palabras en cualquier papel que tenga a mano. Después lo paso a la computadora y ahí sí comienza el trabajo duro.

- ¿Un microrrelato se escribe de una sola vez?
- En mi caso la respuesta es un rotundo "no". La idea original empieza a ser escrita, reescrita, a veces reformulada. Después de un tiempo releo, veo como suena, y le doy el pulido final.

- ¿Qué valor le das a los títulos?

- En un texto tan corto el título es muy importante. No es el nombre de lo que vas a leer, sino que forma parte de lo que vas a leer. Forma parte del juego propuesto.

- ¿Seguís escribiendo minificción?

- Sí, me enganché mucho con el género. De hecho, ya tengo prácticamente listo un segundo libro, llamado "Principio de Incertidumbres", al que sólo le falta un detalle: el editor.

- ¿Es muy difícil publicar? ¿Es más difícil en Neuquén que en otras latitudes?
- Mi casuística es muy escasa en ese sentido, y tal vez poco representativa. No creo que la dificultad para editar sea mucho mayor en el interior que en Buenos Aires.

Supongo que allá también es difícil. Pero lo que es mucho más complicado desde el interior es la distribución. Recién hace pocos meses que Cuentos Pendientes está en algunas cadenas de librerías en todo el país.

- En el V Congreso Internacional de Minificción presentaste una ponencia donde hacés un paralelo entre Minificción y Micromagia. ¿Cómo nace en vos esa idea?

- Soy aficionado a la magia, es decir a la prestidigitación, desde chico. Y escribo narrativa breve desde hace bastante. Aprovecho mi acercamiento a ambas disciplinas para acercarlas.

- ¿Cómo se fusionan?

- Son artes aparentemente distintas, pero tienen grandes semejanzas. Ambas generan pequeñas (por su extensión) obras de ficción, de engaño consentido. En mi opinión, también comparten otras características, y utilizan algunas técnicas similares.

- ¿Cuál es el principal efecto que quiere provocar el mago-microrrelatista en el espectador-lector?
- Sorpresa e impacto. Tanto la magia como la minificción están al servicio del efecto. Son tan breves que no pueden darse el lujo de pasar desapercibidos. Hay que señalar que el efecto no reemplaza, sino que refuerza la razón de ser de lo exhibido. En el caso de magia, entretener: aparece el conejo. En el caso de minificción, decir: aparece el mensaje.

- ¿Cómo creás la sorpresa, ingrediente fundamental del microrrelato?

- Trabajando para que el desenlace, que debe ser creíble y esperable, sea inesperado.

- ¿Cómo podrías definir la participación del lector?

- Si bien el lector siempre participa, en minificción la exigencia de participación es mucho mayor. Apela a los conocimientos, sensibilidad, inteligencia e imaginación del lector.

Yo tengo la muy poco poética imagen de un cubito de caldo: la minificción es un producto tan concentrado que el lector, para consumirlo, debe "completar el volumen".

- ¿Qué semejanzas podés señalar entre micromagia y minificción?
- La más evidente es la brevedad. Otras son: búsqueda del efecto, la necesidad de eficacia y eficiencia, la precisión, la densidad de contenido, la densidad de trabajo de generación, el uso del humor, la entrega de información limitada, el juego con la incertidumbre, la participación del lector o espectador, y el uso de sus propios conocimientos.

Las herramientas del mago son su habilidad para manipular pocos objetos y la mente del espectador. Las herramientas del escritor son su habilidad para manipular pocas palabras y la mente del lector.

- ¿Creés que tus afirmaciones se aplican a todos los textos de minificción?

- En honor al rigor científico, debo decir que no. Sin embargo, los elementos comunes me resultan bastante reveladores. Al menos de mi propia manera de escribir.

Según el diccionario de la Real Academia Española, la primera acepción de "ilusión" es "Concepto, imagen o representación sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por engaño de los sentidos".

Si el creador de ilusiones es escritor, hará sugerencias a la imaginación; si es mago, las creará a través del engaño de los sentidos. Parecería que ambas artes entran en la misma acepción.
Por Miriam Di Gerónimo

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