sábado, 25 de febrero de 2012

ANIBAL SILVERO-COMO REGISTRAR EN INTERNET

En los tiempos que corren, los creadores de obras artísticas tienen acceso a medios masivos y directos de difusión que nos dan la internet y otros medios de comunicación, y el antiguo copyright ya resulta bastante limitante en el registro de propiedad intelectual. Antes existía una única opción de registro: “todos los derechos reservados”, hoy el escenario de distribución global creado por las redes digitales hace también útil para muchos autores la opción de licenciar sus obras con “algunos derechos reservados”. El autor de la obra permite mediante este registro, por ejemplo, compartir en las redes sociales su trabajo, con las limitaciones que desee: que se cite -o no- al autor, que no se produzcan obras derivadas –o que sí se puedan producir-, que no pueda comercializarse –o que sí pueda comercializarse- . Un registro en internet de una obra demora minutos, o segundos, a diferencia del largo tiempo y la engorrosa burocracia que nos impone el copyright tradicional, que además casi siempre se limita al país en el que se registra.

La entidad pionera en registro digital a nivel mundial se llama Safe Creative, www.safecreative.org, que ya ronda los setenta mil usuarios, y nos permite un registro básico gratuito de nuestras obras –aunque también existen categorías que se pagan: servicios Premium, Profesional y Corporativa- con posibilidad de consulta interna y externa y garantizando dos puntos fundamentales: Identidad del fichero y Fecha de registro. Al inscribir una obra en este sitio el autor crea una prueba de presunción de autoría que podrá emplear en caso de necesidad. En este sentido, el registro como tal no genera derechos, es un medio para demostrarlos e informar sobre los mismos.
El tradicional registro se volvió lento y burocrático, pidiendo, por ejemplo en algunos casos, que para las obras musicales se deposite la partitura y no admiten, por ejemplo, que ésta esté en formato midi o que se deposite la reproducción de la obra en formato mp3, y si lo hacen, reciben como material el cd que con el tiempo se deteriora y no hay seguridad que se conserve en el tiempo. El depósito en Safe Creative puede realizarse en cualquier formato que permita identificar la obra y la obra queda resguardada directamente en la red. Hay que destacar también que Safe Creative cuenta con etiquetas de registro que se pueden adosar a la obra.
Cuál es la diferencia con el registro tradicional? Pues que en Safe Creative se puede registrar la obra usando internet únicamente y desde cualquier lugar del mundo. Formalmente, cada país posee una autoridad o persona que certifica los registros –en Argentina es la Dirección Nacional de Derecho de Autor- Safe Creative, en cambio, establece una prueba independiente del propio registro, que puede hacerse valer con independencia de éste. Cómo se garantizan estos dos puntos fundamentales de la técnica probatoria de registro? En primer lugar como “Identidad del fichero”, el sistema crea un triple algoritmo denominado “hashes” –hash en singular- que son como huellas digitales calculadas sobre el fichero registrado. Estos hashes son MD5, SHA1 y SHA512. Y en segundo lugar la “Fecha de registro” se realiza por un doble “sellado de tiempo”, un sellado de tiempo realizado por la autoridad de certificación de Safe Creative y la otra por una autoridad de certificación externa homologada por la Administración Pública – el sistema ofrece el Registro en la U.S. Copyright Office-. El sellado de tiempo o timestamping es un mecanismo on-line que permite demostrar que una serie de datos han existido y no han sido alterados desde un instante específico en el tiempo.
Por qué es importante registrar en Safe Creative? Porque además del clásico Copyright de la obra se puede registrar bajo diferentes formas de Copyleft, dando permisos de compartir la obra y citar o no al autor y a la fuente, o permitir hacer obras derivadas o no.
Y es que en nuestros días, además del uso tradicional de los registros de propiedad intelectual como prueba de autoría, es necesaria la información abierta, accesible, donde se pueda consultar al instante y desde cualquier lugar del mundo el registro de determinada obra.
Gracias a la plataforma de autogestión que posee el sitio, en cuestión de minutos se pueden registrar libros o fragmentos de libros, temas musicales, fotografía, y otras artes por el estilo.
Pues hay que tener en cuenta que hay nuevas formas de trabajos artístico: la fotografía digital, los programas de modelado tridimensional, la digitalización de audio y video, la publicación de artículos y blogs en Internet, los programas de diseño o retoque fotográfico; etc, etc.
Qué se puede registrar en Safe Creative? En primer lugar, todo tipo de obras literarias: artículos, cuentos, novelas, ensayos, posts, páginas electrónicas, etc. Obras dramáticas y audiovisuales: obras cinematográficas, animaciones, obras de teatro, cortos, etc. Composiciones musicales: producciones fonográficas, partituras, etc. Obras artísticas: dibujo, pintura, diseño, modelado tridimensional, escultura, grabados, litografías, cómic, fotografía, etc. Proyectos: planos y diseños de ingeniería o arquitectura, maquetas, Y la lista sigue…
Por qué es válido el registro en Safe Creative? Como sea que los tratados internacionales sobre derechos de autor hace tiempo que suprimieron la exigencia de requisitos formales para proteger las obras de autor a la hora de poder demostrar la autoría los jueces podrán valorar todas las pruebas que se presenten en caso de conflicto, sean registros públicos o no.
Entonces, un registro privado tiene la virtud y la ventaja de poder ofrecer evidencia de autoría, además de información en línea e interacción entre titulares de derechos y los propios usuarios de las obras.
Si bien en algunos foros se cuestiona la validez de la prueba de los registros privados de acuerdo a la legislación de cada país, lo cierto es que Safe Creative es una excelente opción para los creadores del siglo XXI. A título personal puedo afirmar que llevo usando este tipo de registro hace más de cuatro años –Este es mi perfil: https://www.safecreative.org/user/Silvero -, que es casi totalmente gratis –salvo algunas funciones de privilegio que ofrece Safe Creative- y que el servicio es excelente. Recomiendo pues, a todos los escritores y artistas que necesiten registrar sus obras, el sistema permite las extensiones de archivo prácticamente todos las extensiones de archivos populares y es una alternativa más que válida en un mundo global y vertiginoso como el que vivimos, donde una obra literaria o una foto que se sube a una red social, puede ser compartida por cientos de personas en cuestión de minutos. Hay que resaltar que el registro tradicional y el de Safe Creative no son excluyentes, pudiendo una persona registrar con ambos métodos sin ningún problema. De tal modo que, por ejemplo, un libro que hayamos publicado con ISBN podemos subir al sitio de Safe Creative, que también posee una búsqueda de obras y permite demostrar el registro mundialmente, gracias a la magia de internet.
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Artículo publicado por Anibal Silvero. Escritor. Misiones. Argentina.

miércoles, 22 de febrero de 2012

CONCURSO LITERARIO-METROVIAS-

El primer amor", nuevo concurso literario en el Subte
SubteVive, el programa cultural que impulsa la concesionaria Metrovías, lanzó una nueva edición de su concurso literario. Esta vez, el tema será "el primer amor".
SubteVive, el programa cultural que impulsa la concesionaria Metrovías, lanzó una nueva edición de su concurso literario. Esta vez, el tema será "el primer amor".
De esta manera, se busca que los pasajeros participen con historias, relatos y anécdotas sobre este tema. El concurso está abierto a autores argentinos o extranjeros, mayores de 18 años, con domicilio real en la República Argentina, quienes deberán presentar su obra inédita, en idioma castellano y con una extensión que no podrá exceder las tres carillas.
Los trabajos se recibirán entre el 15 de febrero y el 9 de marzo en la sede de la Editorial CADAN -Libertad 94, Entrepiso - (C1012AAB) Ciudad Autónoma de Buenos Aires-, de lunes a viernes de 14 a 19. También se podrá enviar por correo certificado a la misma dirección, especificando en el sobre: “Concurso El Primer Amor” - Metrovías SA. El jurado estará integrado por Poly Balestrini, directora de la editorial CADAN, Adriana Barenstein, Andrés Duprat, Martín Jáuregui y Juan José “Pepe” Romero, jefe de Gestión Cultural de Metrovías.
El 9 de mayo se hará el anuncio de los ganadores y la entrega de premios y menciones. El primer premio recibirá $ 4.000, el segundo será galardonado con $ 3.000 y el tercero será premiado con $ 2.000.
Quienes estén interesados en participar podrán obtener más información, y consultar bases y condiciones en: www.metrovias.com.ar. Además, pueden realizar sus consultas a la casilla de correo info@metrovias.com.ar o en el Centro de Atención al Pasajero (de lunes a viernes de 8 a 20 - Andén 1 de la Estación Federico Lacroze del Ferrocarril Urquiza).
Fuente: Metrovías

martes, 21 de febrero de 2012

CARMEN POMBERO-ENTREVISTA-

Newsletter (001) 12/02/21
Pubooteca

Entrevista con la escritora Carmen Pombero

autora de la obra "El Origen de Skywoman"

Escritora Carmen Pombero

Biografia:

Carmen Pombero nace en Sevilla en 1973. La quinta de siete hermanos, se cría en el seno de una familia rodeada de inquietudes artísticas. A los catorce años comienza su carrera como actriz pero en 1997, tras un periodo de formación en New York, regresa a Sevilla para dedicarse a la dirección y dramaturgia y se hace cargo del grupo de teatro universitario de la Facultad de Medicina, ganando en 1999 el Primer Premio del Certamen de Teatro Joven Europeo. Tras estudiar en la escuela de cine de San Antonio de los Baños, Cuba, comienza a escribir para televisión y empieza su reconocimiento como dramaturga.


Háblenos de usted, ¿cómo relata su día a día?

Trabajo como guionista de series de televisión y miniseries. Escribo a medias con un compañero escritor, Antonio Hernández Centeno, y juntos hemos elaborado algunos de los grandes éxitos de la televisión española de los últimos dos años (PAQUIRRI, LA DUQUESA, SIN TETAS NO HAY PARAISO...) Como tenemos un ritmo de trabajo muy fuerte, solemos escribir juntos todos los días de nueve de la mañana a dos de la tarde. El tiempo que nos queda libre lo dedico a leer (narrativa, ensayo, historia, teatro, guiones) y a escribir proyectos propios (obras de teatro, novela infantil, nanocuentos y cuentos de terror). Además, soy madre de un hijo pequeño y debo compatibilizar mi trabajo con las labores domésticas y la crianza de mi hijo... La verdad, no sé cómo lo hago... A veces no es fácil, pero soy una persona muy constante y organizada.
¿Por qué comenzóa escribir?
Empecé a escribir con 8 años y recuerdo que fue un poema de amor hacia un niño de la clase... Unos meses después, escribími primera obra de teatro protagonizada por mis hermanas pequeñas y algunos de nuestros muñecos de peluche... Cosas de críos, aunque en mi caso resultó ser el comienzo de una vocación. He escrito desde entonces, pero no pensé en ser escritora hasta mucho después, a los 27 o 28 años, que abandoné mi carrera como actriz tras más de diez años para dedicarme a escribir, producir y dirigir mis propias obras. Luego, a los 30 años, me volqué por completo en la escritura.
Creo que empecé a escribir para contar como me sentía ante determinadas cosas, sucesos o sentimientos y expresar mi desconformidad con lo que no me gustaba. Pienso que esos siguen siendo los motivos por los que escribo...

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miércoles, 15 de febrero de 2012

Miércoles 15 de febrero de 2012 | 01:19

María Rosa Lojo: "Las víctimas de la trata son las desaparecidas de hoy"

La escritora de Amores insólitos dialoga con LA NACION sobre su último libro; además, habla de Néstor y Cristina Kirchner
Por Verónica Dema | LA NACION
 
 

María Rosa Lojo. Foto: lanacion.com / Sebastián Rodeiro

La trata de personas es, según María Rosa Lojo, la cara actual de la desaparición de personas, ese mecanismo despiadado de la época de la dictadura. "No es nuevo que las mujeres sean usadas, contra su voluntad, como mercancías sexuales. Lo nuevo (y auspicioso) es que la sociedad le esté prestando cada vez más atención a estas otras desaparecidas y cautivas de nuestros días", señala esta escritora cuya pasión es leer e investigar los cruces de la historia, la literatura y la sociología.
El tema que refiere Lojo adquiere gran actualidad en el marco del inicio del juicio por Marita Verón, un caso emblemático de la trata de personas en la Argentina. "Son mujeres también reclamadas muchas veces por madres que las han buscado sin rendirse y sin hallar respuestas", enfatiza. Es inevitable pensar en las otras madres, las de los pañuelos blancos girando en Plaza de Mayo.
Lojo recibe a LA NACION en su casa de Castelar. Sobre la mesa del comedor hay pilas de libros suyos y ajenos. Entre los propios se encuentra el que nos convoca, Amores insólitos.

Sobre la obra

-¿De qué trata el libro?
- Amores insólitos es un libro que, desde la perspectiva del amor, trata sobre la construcción de una sociedad, la nuestra. Un mundo mestizo, hecho de cruces imprevistos, de alianzas extrañas, de asimetrías y, por lo tanto, interesante y rico.
-¿Por qué insólitos?
- Porque en esas combinaciones las distancias, las diferencias, las asimetrías se extreman, llegan como a un punto máximo. Por eso comparo en el prólogo los amores insólitos con las metáforas vanguardistas: los artistas de vanguardia se proponían sorprender, descolocar, asombrar al público a través de una combinación de elementos no fácilmente parangonables y que por lo tanto podía resultar (de hecho así era) chocante. Con estos amores pasa un poco lo mismo. No son historias complacientes ni necesariamente felices. Son intensos episodios de ruptura, que tuvieron para algunos de sus protagonistas costos muy altos, que a veces fueron trágicas. Se inspiran en personajes de existencia real en cuyas vidas se refracta la complejidad constitutiva de la sociedad latinoamericana y argentina a través del tiempo.

María Rosa Lojo. Foto: lanacion.com / Sebastián Rodeiro

-¿Cómo se entrelazan el amor y el poder?
- En todo amor hay relaciones de poder. El amor es generoso y también egoísta, pretende apoderarse del objeto amado, y por supuesto existen conflictos relacionados con la dispar posición de los amantes en la sociedad, en lo que hace a clase, religión, cultura, etnia. Por otro lado, y el libro destaca esto, se ve cómo la concepción del amor está atada a la asimetría de poder en los roles de género. Algunos personajes femeninos de los que me ocupo buscan y encuentran la manera de escapar a este condicionamiento social que subordina y encierra, como Martina Chapanay o Catalina de Erauso; otras sucumben a la presión del medio y del "libreto" que deben cumplir como mujeres.
-¿Por qué hablás del amor como ideología social?
- Porque el amor también es una creación cultural que va cambiando según las sociedades y las épocas. El libro de C.S. Lewis (La alegoría del amor) señala como momento clave, en lo que hace a su influencia sobre Occidente, la "invención" del amor cortés en las cortes de Provenza, en el siglo XII: ahí se consolidan ciertas concepciones de larga supervivencia: por ejemplo, la exclusividad de una pasión trascendente, asumida como libertad y destino, capaz de superar los obstáculos y prohibiciones, que perdura en el amor romántico.

Nuestros próceres humanos

-Más allá del libro, en tus investigaciones, ¿encontrás que nuestros próceres fueron infieles?
- En todo caso, fueron humanos y dentro de un contexto social que miraba con más tolerancia la infidelidad masculina, aunque las cosas se complicaban al tratarse de figuras públicas. En este libro abordé un singular triángulo amoroso: el del presidente Roca, Eduardo Wilde y su esposa Guillermina de Oliveira Cézar, que fue uno de los escándalos de su tiempo. Aquí el sujeto femenino va creciendo en todos los sentidos. Guillermina se casa muy joven con Wilde, viudo y mucho mayor que ella. Se trata de un hombre importante: médico célebre, político y notable escritor que ejerce sobre su esposa una especie de magisterio formativo.
-¿Aquí el amor pone en riesgo la carrera política?
- La de Roca, sin duda, por eso él decide dejar a Guillermina. Era, por segunda vez, presidente de la Nación, y ese romance estaba perjudicando muchísimo su imagen pública.
-En la historia de amor de Sarmiento: ¿Qué se pone en juego?
- Sarmiento se deja conquistar (un rato) por la belleza y el glamour. Es un hombre que se considera a sí mismo feo físicamente, aunque no le faltan otras seducciones (la desbordante energía, el talento verbal y sin duda, la gran atención que presta a las mujeres). Termina fascinando a la joven y hermosa estadounidense Ida Lacey, que encuentra en él cualidades muy diferentes de las que Sarmiento privilegia en su propia imagen. Desde ese ángulo se mira la relación de ambos en el relato. Ida lo ve como un hombre exótico, un latino del sur, que no habla bien el inglés y que para ella no se diferencia demasiado de los caudillos. Por eso fantasea con transformarse, a su lado, en algo así como una nueva Elisa Lynch: algo que por cierto no le hubiera caído muy simpático a Sarmiento. El interés de él por esa señora de Chicago, bonita y frívola, decae pronto. Su gran pasión pasa por la política y vuelve a la Argentina para pelear por la presidencia e implantar en el país, si puede, un modelo social y cultural que tiene en buena medida como referente esa misma civilización del norte que tanto aburría a su enamorada Ida.

Desaparecidas

-¿Cómo estás viendo el tema de la trata de mujeres?
- Siempre existió, no es nuevo que las mujeres sean usadas, contra su voluntad, como mercancías sexuales. Lo nuevo (y auspicioso) es que la sociedad le esté prestando cada vez más atención a estas otras desaparecidas y cautivas de nuestros días, también reclamadas muchas veces por madres que las han buscado sin rendirse y sin hallar respuestas. Basta recordar el caso de Marita Verón, cuyo juicio se inició ahora en Tucumán.
María Rosa Lojo. Foto: lanacion.com / Sebastián Rodeiro

-En la historia de Perón y Eva está el tema de los desaparecidos, ¿Por qué elegiste contarla con esa mirada?

- La historia está narrada desde una perspectiva inusual. Se llama "Muñecas" y en el inicio del cuento se ubica en el momento en que el cadáver de Eva acaba de ser embalsamado, y su madre, doña Juana, y sus hermanas entran a verlo. Perón aparece sobre todo en la segunda secuencia, cuando recibe en Madrid ese cuerpo lastimado y ofendido, después de su largo peregrinaje. Y en la última secuencia la mirada es la de otra madre que no tiene cuerpo ante quien llorar porque su hija es una desaparecida. Sin embargo, le queda un despojo: una muñeca del tiempo de Eva, que parece ir reproduciendo, sobre su cuerpo de plástico, el martirio que acaso ha sufrido o está sufriendo la hija. Creo que el relato pone de manifiesto el ambiguo y trágico papel de las mujeres: creadoras de vida, pero también manipuladas y sometidas. Temibles y frágiles, inocentes y siniestras, profanadas pero sagradas. Desde su eternidad de muñeca que nadie se atreve, sin embargo, a destruir del todo, Eva, transformada en símbolo, es más poderosa que nunca. Incluso ante ese hombre al que ha amado de manera incondicional, aunque ningún varón, piensa doña Juana, se mereciera tanto.
-¿Te gustaría contar en clave de ficción la de Néstor y Cristina?
- No me tocará a mí contarlo desde una perspectiva histórica, porque soy su contemporánea. Pero puedo decir que la pareja amorosa, asociada también en la lucha y en el poder político no ha sido tan rara en la historia argentina. Desde Pancho Ramírez y la Delfina, el Chacho Peñaloza y Victoria Romero, Juan Manuel de Rosas y Encarnación Ezcurra, entre otros, aparte de Perón y Eva Duarte. Se ha visto como natural que las mujeres acompañen y apoyen a sus hombres en sus carreras públicas, a menudo desde un segundo plano discreto y de manera menos frecuente en forma notoria. Ésta es sin embargo la primera vez en que, cuando la figura masculina desaparece, la esposa sigue ejerciendo el poder con plena decisión e independencia, por sí misma. No es sencillo lograrlo en un horizonte social donde la imagen varonil como "respaldo" imprescindible está naturalizada. Y tampoco ha debido de ser fácil para la presidenta soportar a pie firme la doble pérdida del compañero de toda su vida, en el amor y en la política.
Los intelectuales hoy
- ¿Cuál debería ser el papel de los intelectuales? ¿Acordás con el hecho de que se agrupen en colectivos?

-Creo que el mejor servicio que pueden hacer los intelectuales es mantener su capacidad reflexiva y crítica y sobre todo responder con propuestas creativas a los planteos y problemas de la sociedad que integran. Esto no implica que deban estar opinando continuamente sobre todo cuanto ocurre en la agenda inmediata, sino más bien que logren generar visiones de largo aliento y proyección. No formo parte de un colectivo intelectual, aunque no me parece mal que otros lo hagan. En lo personal, me resisto bastante a los encasillamientos y nunca me ha resultado fácil conciliar una postura individual, necesariamente específica y matizada, con posturas de bloque, pero esto es cuestión de cómo lo entienda cada uno. Lo importante es que, como individuos o como conjunto, se preserve algo indispensable para el enriquecimiento de la vida intelectual en una sociedad, que es la capacidad de debate dialogante: es decir, la capacidad de discutir con el otro, no porque lo negamos y automáticamente lo descartamos, sino porque lo estamos escuchando.

viernes, 10 de febrero de 2012

DIARIO DE POESIA....ESTALLIDO CULTURAL

Diario de Poesía, ese estallido cultural de la posdictadura

Muestra homenaje por los 25 años de la publicación. Desde 1986, dio difusión a lo mejor y lo más nuevo del género de acá y del mundo.

POR Mercedes Perez Bergliaffa


Documentos, fotografías y obras de arte... el espacio de la Fundación OSDE cambió: ayer se inauguró “¡Basta de prosa! 25 años del Diario de Poesía”, la muestra homenaje al medio especializado en poesía.

“Lo que la literatura les aporta a las personas es importantísimo”, señala Daniel Samoilovich, director de la publicación desde la primera hora. “Es la expansión del horizonte vital, una herramienta para poder pensar la propia realidad; un acceso al pensamiento, a un refinamiento de nuestros instrumentos para ver el mundo. ¿Cómo se podría pensar el Siglo XX sin Kafka…?”, enfatiza Samoilovich.

Esto, en las salas de OSDE, se ve: ante todo, la literatura. Los textos, la poesía y los poetas en fotografías, libros, tapas de revistas, cartas, los ejemplares del “Diario…”, cronologías y fragmentos de obras. ¡Hasta hay un living, instalado en OSDE, para poder sentarse a leer poesía y tomar café…!

También están los pintores, los dibujantes y sus obras, quienes desde hace veinticinco años vienen creando paisajes mentales que complementan los textos del “Diario…”. Desde el principio, incorporaron, por ejemplo, las “Páginas de artista”, en las que se reprodujeron a página completa dibujos, pinturas o fotos de Juan Pablo Renzi, Alberto Heredia, León Ferrari, Ana Eckell, Américo Castilla, Luis Felipe Noé y Eduardo Stupía, entre muchos otros.

Justamente es Stupía, el responsable de la dirección artística del “Diario…” desde hace más de veinte años. “Antes el responsable fue el artista Juan Pablo Renzi”, explica Stupía. “El aportó a la publicación una ideología visual y gráfica que aún hoy mantenemos.”
¿Pero qué fue el “Diario…”, cuando surgió? “Fue el faro de lo que pasaba”, explica el poeta Jorge Aulicino, uno de los primeros colaboradores, “una publicación fundamental”. Y sigue: “Ayudó a discutir, a comprender lo que pasaba con la poesía en un momento tan efervescente como fueron los años post-dictadura.”

Aulicino lo sabe bien, como también lo sabe el resto del grupo de amigos y poetas que se juntaron en el 86, a soñar con hacer el diario: Daniel García Helder, Martín Prieto, Jorge Fondebrider, Ricardo Ibarlucía, Diana Bellessi, Daniel Freidemberg, Elvio Gandolfo, Mirta Rosenberg, Josefina Darriba, Juan Pablo Renzi y el mismo Samoilovich.

“El “Diario…” fue una gran herramienta de difusión. Y presentaba traducciones imposibles de conseguir en el país en una época pre- internet. Fue, también, un modo de “bajar” la poesía a todos”, explica la curadora de la muestra, Viviana Usubiaga. “Constituyó una publicación que hizo uso de las herramientas de comunicación masiva. En ese sentido, la adopción de un formato tabloide fue fundamental, así como el decidir que se vendiera en los kioscos.”

“Quizás los años contemplen como exceso lo que para mí hoy es pura intuición”, escribe en uno de los últimos números del “Diario…” el poeta Santiago Llach. “Corre abril de 1991. La última tormenta de verano estira sus efectos más visibles”. Nosotros lo leemos y la sentimos, a la tormenta, su humedad; al silencio premonitorio. Entonces, el cielo deja de ser un paisaje y pasa a ser un estado. Entonces, la poesía deja de ser un texto y nos ayuda a comprender, a vivir al fin.
AGENDA
¡Basta ya de prosa! 25 años de Diario de Poesía".
Cuándo: hasta el 31 de marzo.
Dónde: Espacio de Arte de Fundación OSDE (Suipacha 658 1er piso.

jueves, 9 de febrero de 2012

LOS JUEVES DE CLAUDIA PIÑEIRO-

Los jueves de Claudia Piñeiro

Con las manos atadas

  • SLT
por Claudia Piñeiro
Abrieron la puerta del baño y nos empujaron dentro. El más gordo nos tumbó en el piso, nos sentó espalda con espalda y, con una soga, nos ató las manos juntas. Luego salió y cerró la puerta con llave. Quedamos en silencio esperando que se fueran, todo lo que había de valor en la escribanía ya se lo habíamos entregado. Sin embargo, antes de irse, dieron una última revisada. Por el ruido sabíamos que estaban estrellando los libros contra el piso. La escribana estaba muy asustada, no debe ser fácil para una mujer joven y linda como ella pasar por una situación así. No es que a mí no se me hubiera cruzado por la cabeza que a lo mejor los tipos me terminaban pegando un tiro. Pero el susto de ella era distinto. Yo vi cuando el gordo le miraba las piernas con ojos libidinosos. Creo que si no fuera porque el que hacía de jefe lo apuraba todo el tiempo, terminaba haciéndole cualquier cosa. Tuvo suerte la escribana, la sacó barata.
Del otro lado de la puerta se oyó el ruido de un chorro de agua cayendo desde cierta altura.
—¿Y eso? —dije.
—Están meando, Gutiérrez —me contestó la escribana.
—Mientras no sea sobre el protocolo...
—¡Me importa un carajo el protocolo, Gutiérrez!
La escribana es un poco mal hablada. Una pena, no le queda bien. Y tampoco entiende demasiado del oficio de notario. Un escribano cuida el protocolo como a su propio hijo. Yo no tengo hijos, pero me lo puedo imaginar. A mí sí que me importaba que orinaran el protocolo. Pero claro, mi vida es esta escribanía. Todo lo que soy lo aprendí en este lugar. El tío de la escribana me lo enseñó. El Doctor Azcona, el escribano. Él sí que hacía un culto de esta profesión. Para él preparar un testimonio, certificar una firma, hacer un estudio de títulos, eran palabras mayores. Él sabía lo que significaba dar fe, si Azcona ponía la firma uno se podía quedar tranquilo. En cambio esta chica, si no fuera porque estábamos Mirta y yo, no sé que hacía. Mucha universidad y todas esas cosas pero cuando hay que ir a los bifes, no entiende nada. El Doctor Azcona no tenía hijos. En realidad a mí siempre me trató como un hijo. Yo creo que fue para agradecerle todo lo que hizo por mí que me puse a estudiar abogacía. Y eso que cuando empecé ya había cumplido treinta y ocho años. Me costó bastante. Hubo materias que tuve que dar como tres o cuatro veces. Creo que por esa carrera me terminé separando de Julia. Yo no paraba ni un minuto. Las pocas horas libres que me dejaba la escribanía se las dedicaba al estudio, y ella se sintió sola y se terminó yendo. En el fondo la entendí. Julia había entrado en una edad difícil para una mujer. Además siempre tuvimos tiempos distintos, para todo. Al año de separarme me recibí de abogado y empecé con las materias para ser escribano, que era lo que yo realmente quería. El Doctor estaba orgulloso de mí. Siempre me preguntaba cómo me iba en los exámenes, me prestaba libros. Yo estaba seguro de que cuando me recibiera, si pasaba el examen, iba a terminar siendo adscripto a su registro. Estudié tres años seguidos para dar ese examen pero nunca lo di. Porque entonces apareció ella, una sobrina que yo nunca había oído nombrar, con veintisiete años y el título de escribana recién sacado del horno. Me acuerdo que el día que Azcona me llamó a su oficina y me dictó el borrador del poder por el que le dejaba todo a ella, fue como si me hubieran tirado un balde de agua fría. Cuando pasé el poder al libro, me equivoqué tres veces, tuve que hacer tres enmiendas. La primera vez en mi vida que me equivocaba en el libro.
—Al fin perdiste la virginidad, Gutiérrez —me había dicho Mirta riéndose,
mientras yo salvaba.
Se escuchó el golpe de la puerta de entrada al cerrase, y luego un silencio.
—Se fueron...
—¿A usted lo espera alguien, Gutiérrez?
—No... yo soy solo... me separé hace un tiempo.
—Entonces si no hacemos algo, hasta mañana no nos encuentra nadie.
Intentamos sacarnos la soga pero enseguida nos dimos cuenta de que era imposible y de que cuanto más tirábamos, más se ajustaba el nudo.
La escribana giró sus piernas hacia la puerta y la empezó a patear. Yo la miré sobre mi hombro. Alcanzaba a verle la pantorrilla. En una de sus patadas se le voló un zapato. Traté de decirle que me parecía un esfuerzo inútil pero no me escuchó. Siempre parecía que no me escuchaba. Sobre todo cuando le iba con algún asunto de trabajo complicado.
—Gutiérrez, no me venga con problemas, soluciónelo, y cuando lo tenga
resuelto me viene a ver.
Era evidente que ella no era escribana de raza. Esa chica estudió la profesión porque vio la veta que tenía con su tío. Lo único que parecía importarle eran los trajecitos que se ponía, demasiado cortos para lo que se usa en nuestro ambiente. Y que el color de los zapatos combinara con el de la cartera.
—Yo no puedo creer que tenga que pasar la noche acá....
—Por qué no se tranquiliza y trata de descansar...
—¡Gutiérrez, ¿a usted le parece que yo puedo descansar en estas
condiciones? ¡Tengo el culo frío por las baldosas del piso, las manos apretadas contra su trasero, y usted hablándome todo el tiempo!
Me parece que se le fue un poco la mano. A medida que el tiempo corría me tuvo que dar la razón. El sueño la fue venciendo. Me di cuenta por como se movía su espalda sobre la mía cuando respiraba. Acomodó su cabeza sobre mi hombro y la dejó caer para atrás.
—Apóyese tranquila escribana, que yo no tengo nada de sueño —le dije,
pero no me oyó porque ya estaba dormida.
Se movía un poco y refregaba el pelo contra mi cuello. Hasta me hacía un poco de cosquillas. Pero no la iba a despertar, cómo le iba a hacer eso. Me acomodé como para que ella calzara mejor. Tenía puesto el perfume que usa siempre, aunque esta vez parecía mucho más fuerte. Yo estaba acostumbrado a oler la estela que dejaba, pero sentirlo tan cerca me mareaba. Su oficina siempre olía a ella. Me acuerdo que un día que firmó muchas actas y poderes, antes de guardar el protocolo, me lo llevé hacia la cara y lo olí. Era como si ella estuviera ahí, metida adentro del libro mismo. Nunca antes la había tenido tan cerca como en ese baño. Si giraba mi cabeza hacia su lado, podía apoyar mi nariz sobre su pelo y olerlo. Lo hice. Justamente la estaba oliendo cuando ella se despertó.
—Gutiérrez, ¿nos tiramos de lado así podemos dormir mejor?
—Como usted diga, escribana.
Nos dejamos caer hacia su derecha y fuimos estirando las piernas. Enseguida la escuché respirar profundo otra vez y supe que estaba dormida. Sentí la curva de su cola sobre la mía. Se acurrucó y apoyó su pie descalzo sobre mi pantorrilla. Me saqué los zapatos con esfuerzo, siempre me ajusto mucho los cordones para que no se me deshaga el nudo mientras camino. Yo camino mucho, treinta cuadras por día. Le saqué el zapato que le quedaba puesto y le froté la palma del pie. Pensé que podía tener frío. Sus manos se movieron en el hueco que dejaban las curvas de nuestras cinturas. Le quise dar calma y entrelacé mis dedos con los de ella. Acaricié sus dedos subiendo y bajando los míos tanto como la soga me lo permitía. La escribana tenía la piel suave. Lo comprobé haciendo pequeños círculos con mis gemas. Se ve que ella soñaba con alguien porque en un momento me apretó la mano fuerte, con confianza, como debía hacer con esos hombres que la llamaban todo el tiempo a la escribanía. Mi mano quedó aplastada contra la curva de su cola. La recorrí apenas y comprobé que era tal como la imaginaba. Me hubiera gustado apretarla. Por un momento me imaginé atado a ella, pero frente a frente, sintiendo su respiración sobre mi cara, llevando las manos atadas de los dos hasta sus pechos para tocarlos, sintiéndola donde más la sentía. Me imaginé que la besaba, una y otro vez, bien profundo, como si me quisiera meter dentro de ella. Me imaginé dentro de ella. Y fue tan real como cuando tenía catorce años y me movía entre las sábanas. Real aunque yo estuviera tirado en el piso del baño de la escribanía con las manos atadas. Porque lo que sucedía dentro mío, sólo era posible si yo estaba dentro de ella. Traté que ese momento durara, que no se fuera, moviéndome apenas para no molestarla. Pero entonces, cuando sentía un placer que no recordaba haber sentido antes, no pude más y me dejé ir. Creo que fue mi último aliento lo que la despertó, me puse alerta, pero enseguida se durmió otra vez. Yo también me dormí.
Cuando Mirta entró a la mañana siguiente, no podía parar de gritar. La escribana empezó a patear la puerta otra vez pero Mirta gritaba tanto que no la oía. Entonces grité yo, con una fuerza que no sólo sorprendió a la escribana sino a mí mismo. Mirta trajo al portero del edificio y abrieron la puerta. Enseguida nos desataron. La escribana se quejó de sus brazos entumecidos. Creo que yo también los tenía entumecidos. La escribana le pidió a Mirta que llamara a la policía, mientras ella llamaba a alguien por la otra línea. Debe haber llamado a un hombre, le pidió que la viniera a buscar. Yo la espiaba mientras juntaba papeles orinados del piso. Tenía la pollera arrugada, estaba despeinada, y el maquillaje se le había corrido. Me la quedé mirando.
—¿Qué mira, Gutiérrez? ¿Por qué no se va a dar un ducha y a descansar
un poco?
Me puse colorado. Bajé la vista y me encontré con la bragueta de mi pantalón manchada de una humedad espesa. Agarré la carpeta de la “Sucesión Martín Cabrera” que estaba sobre el escritorio y la puse delante de mí. Miré a la escribana y a Mirta, ninguna me miraba.
—Andá tranquilo, Jorge, que yo me ocupo de todo —dijo Mirta—. Con la
noche que pasaste, no sé como podés seguir en pie.
La escribana se fue primero. Le avisaron de abajo que la estaban esperando. Agarré mi sobretodo y salí.
El ascensor olía a ella.

miércoles, 8 de febrero de 2012

PARA SER UN BUEN PERIODISTA

"Si querés ser un buen periodista, tenés que leer ficción..."

Por: | 08 de febrero de 2012
Betibú, la última novela de Claudia Piñeiro, escritora argentina que ahora va de Madrid a Barcelona a intervenir en una fiesta literaria, trata del viejo periodismo y del nuevo periodismo; es decir, del periodismo.
Es a la vez una sátira y una descripción de la manera que tienen de abordar las noticias (las noticias graves) los que llevan décadas en el oficio y cómo lo ven los que acaban de llegar; entre los que acaban de llegar, evidentemente, hay muchos que tienen una idea del periodismo que se parece a la idea de los veteranos, y viceversa.
Pero como las novelas responden a caracteres y a arquetipos, Claudia ha elegido para Betibú al joven y al viejo y los ha puesto en esos términos: el que se asombra ante el acontecimiento y el que ya se lo espera.
Aparte de arquetipos ante el suceso (pues en la novela se trata de cómo abordar, desde el periodismo, un suceso), Betibú es también una reflexión sobre la narrativa, cómo se alcanza una buena narrativa en literatura y en periodismo. Manuel Vicent suele decir que el periodismo es la literatura del siglo XX; y en el siglo XX, que no acabamos de cruzar, hay muchos ejemplos, en España, en América, de lo cerca que andan ambos géneros.
No se puede hacer buen periodismo sin tener en la memoria, y en la práctica, la buena literatura; en Argentina, de donde viene la literatura de Claudia Piñeiro, hay ejemplos excelsos de esa mezcla que ha dado de sí obras como las del maestro Tomás Eloy Martínez; más arriba en ese mismo territorio, en Colombia, está quizá el patrono de ese consorcio periodismo-literatura, Gabriel García Márquez. Y en todo el continente hay muestras envidiables de lo que la buena literatura le hace al buen periodismo.
En este caso, en el caso de Betibú, que recomiendo muy vivamente a jóvenes periodistas y a periodistas en general, y por supuesto a escritores de cualquier edad o cualquier tiempo, es literatura hablando de periodismo; puede uno sentirse reconocido en ese Brena descreído y cínico al que el veneno del oficio jamás abandona, y pueden reconocerse muchos en ese muchacho (ese pibe) que le sirve de contrapunto a Brena y que le ha sucedido en el trabajo más arriesgado entre todos los que se cumplen en un diario: la sección de policiales, los sucesos que decimos aquí. En un momento determinado, Brena le dice al pibe, que acaba de decirle que no tiene tiempo para leer ficción:
--Hacételo, el tiempo, hacételo, y leé ficción. Si querés ser un buen periodista, tenés que leer ficción, pibe, no hubo ni hay ningún gran periodista que no haya sido un buen lector, te lo aseguro.
Lo dice Brena, pero mientras lo leía me imaginé diciéndoselo al que viene Tomás Eloy Martínez, Gabriel García Márquez o a la propia Claudia Piñeiro.
Y, modestamente, hago mía la recomendación. Lee ficción y harás mejor periodismo, pibe.

jueves, 2 de febrero de 2012

JUAN CARLOS GENE

Miércoles, 1 de febrero de 2012
TEATRO › MURIO AYER EL ACTOR, DRAMATURGO Y DIRECTOR JUAN CARLOS GENE

Un artista que transmitió su pasión por el teatro

Arrancó en la década del ’60 y no descansó hasta el estreno de Hamlet, su versión de 2011 para el San Martín. En el medio, escribió obras que hicieron historia, concretó interpretaciones notables y tuvo una intensa actividad gremial y política.

Por Hilda Cabrera
Cuando el actor, dramaturgo y director Juan Carlos Gené regresó a la Argentina después de un exilio que abarcó el período 1976-1993, primero en Colombia y luego en Venezuela, con retornos periódicos en los ’80, supo recuperar esos años de ausencia, no totalmente perdidos, puesto que, en tanto emigrado, fundó el Grupo Actoral 80 (en 1983), ocupó el cargo de director adjunto del internacional Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral, y en la vuelta, el de presidente de la sede en Buenos Aires y la Secretaría de Formación de Recursos Humanos para el Teatro. Gené no cortó lazos y estrenó obras creadas en el exterior, como Ritorno a Corallina, y acompañó otras: Guarda mis cartas, pieza de su compañera, la actriz y bailarina chilena Verónica Oddó, armada en base a la correspondencia de Violeta Parra. En esos y otros trabajos, Gené adhería a la idea de revitalizar el texto y el papel del actor, tanto en sus obras como en la de otros autores. Un ejemplo lejano fue El vestidor, de Ronald Harwood, que dirigió Luis Agustoni y el actor protagonizó junto a Oddó y Pepe Soriano. Actor y director premiado en el país y en el extranjero, Gené falleció ayer, a los 82 años, como consecuencia de un cáncer, tras una trayectoria en la que no hubo respiro.
A la actividad artística sumó la gremial y política. Fue presidente y secretario general de la Asociación Argentina de Actores, director de LS 82TV Canal 7 (designado en 1973) y director del Teatro San Martín de Buenos Aires, desde 1994 hasta 1996. Nacido en Buenos Aires, escribió obras que hicieron historia, publicó textos teóricos que enriquecieron su labor docente, y se destacó en papeles que exigían intensidad, entre otros en Los hijos de Fierro, Tute cabrero y Quebracho. Escribió guiones para el cine (Gracias por el Fuego y La Raulito) y la TV (el ciclo Cosa juzgada). Arrancó en la década del ’60 y no descansó hasta el estreno de Hamlet, su versión y dirección de 2011 para el Teatro San Martín.
Este último desafío era otra muestra de su convicción respecto del valor de la cultura, en su opinión “la avanzada de la integración”. Esta convicción, aplicada a los países de América Latina, le daba ocasión para enumerar sucesos y referirse a cada país como poseedor de “una personalidad inequívoca”. Valoraba el hecho de que, a pesar de las presiones políticas y económicas, el deseo de ir en busca de un lenguaje “generaba una dialéctica” con la propia cultura y con ello la posibilidad de que surgieran “otros productos, nuevos y absolutamente auténticos”.
Por temperamento y experiencia gremial apoyaba los reclamos. “Patear y seguir, como se pueda y donde se pueda”, sostenía en un momento crítico para la cultura. De modo que sus obras no obviaban la realidad. Sucedió con Se acabó la diversión, en 1967, y, entre otras, El inglés, que subió a escena en 1975; Golpes a mi puerta (1985) y Ulf (1988), entonces junto al Grupo Actoral 80, en un montaje de Claudio Di Girolamo. En ese gusto por la reflexión entre metáforas, acuñó títulos como El herrero y el diablo, que dirigió Francisco Javier; Memorial del cordero asesinado (1990); la inolvidable Memorias bajo la mesa, junto a Pepe Soriano; y en tanto voz, Sólo tengo una certeza, homenaje de Oddó a su hermano Guillermo Fernando, quien fuera cofundador del conjunto Quilapayún, que vivió en el exilio y fue apuñalado en 1991, en circunstancias no aclaradas. Más cerca en el tiempo, El sueño y la vigilia, también con Oddó. Espectáculos todos que sumaban calidad a una lista de títulos consagrados: El zoo de cristal; El avaro, de Molière; Un guapo del 900; Krapp, la última cinta magnética, la excelente puesta que protagonizó Walter Santa Ana; Factor H: Williams Hnos. S.A., fragmento de una trilogía experimental; su reciente versión de Hamlet y, antes, la adaptación de Stefano, de Armando Discépolo. Allí, la historia del emigrado, trombonista frustrado, brilló en la puesta de Gené. Ese hombre que desde la tierra elegida anima a su familia a unirse a la aventura y le pinta un panorama auspicioso e irreal, congeniaba con las ideas que sobre la inmigración sustentaba el dramaturgo. La obra rebatía la épica del emigrado y trasladaba al espectador a un tiempo documentado y a la vez simbólico.
Ese tono se afinaba en otro magnífico trabajo de Gené: Todo verde y un árbol lila, pieza escrita en base a la correspondencia de inmigrantes. Su actuación en Minetti, la descarnada pieza de Thomas Bernhard que dirigió Carlos Ianni, fue otro recordado trabajo de este artista. Y quién no recuerda su labor en Copenhague, obra del londinense Michael Frayn que dirigió Carlos Gandolfo, donde compartió el escenario con Alicia Berdaxagar y Alberto Segado. Entonces recreaba junto a sus compañeros un fantasmal encuentro entre el físico danés Niels Bohr, la mujer de éste y el científico alemán Werner Heisenberg, personaje que decía estar vigilado por la Gestapo.
Condecorado por el Gobierno de Venezuela con la Orden Andrés Bello (1984), designado Ciudadano Ilustre de Buenos Aires en 2002 y premiado por su trayectoria en 2008 por el Fondo Nacional de las Artes, Gené tenía predilecciones. El poeta y dramaturgo Federico García Lorca era uno de sus admirados y quien le inspiró obras, a él y a su compañera Oddó. Se los vio juntos en Aquel mar es mi mar (en el Celcit), que recordaba un anterior trabajo, Yo tenía un mar, estrenado en el Teatro San Martín. Supieron reunir varios espectáculos sobre el poeta granadino: otros fueron Cuerpo presente entre los naranjos y la hierbabuena y Las delicadas criaturas del aire. Esta era una fidelidad al autor y a una escena que nace de la necesidad de expresar particularidades: “Nuestro país avanza culturalmente sobre el esfuerzo creativo de la gente, que trabaja independientemente de cualquier interés económico”.
El tema de la inmigración retornó en varias ocasiones, transparentando siempre la fragilidad de quienes llegaban a la Argentina con la esperanza de una vida mejor. Por eso en sus versiones de los clásicos nacionales no había triunfadores, sí en cambio “ideales inalcanzables”. “Es una experiencia muy argentina ésa de sentir nostalgia de algo que se cree haber perdido cuando en realidad no se tuvo nunca”, sostenía. Sin embargo, lo seducían los mitos, y supo relatar uno personal: “Puedo decir que estuve en la Plaza de Mayo el 12 de octubre de 1928. En la panza de mi madre, que celebraba la segunda presidencia de Yrigoyen. Mi abuelo había sido ministro en la primera presidencia. Siendo chico, y también después, imaginé verla entre la multitud. No puedo decir que recuerde el golpe militar del ’30, pero creo que algo de ese clima de miedo y tristeza quedó en mí. No sé si por lo que contaba mi familia o por mi memoria, creo recordar el ruido que producía el paso de la caballería por los adoquines de la avenida Córdoba”.
Apasionado por los hechos de la historia y la política del país, Gené no obviaba en sus conversaciones los vaivenes de las luchas políticas y el sentimiento de desarraigo, “esa herencia de dolor, de sensación de pérdida de la que muchos argentinos no nos desprendemos”. Se refería entonces a los exilios del pasado y a las emigraciones durante los años de la dictadura militar. En su actividad como funcionario, debió atravesar situaciones conflictivas, especialmente durante la dirección del Teatro San Martín, derivadas, en parte, de los recortes presupuestarios y las pugnas internas. Sucedió cuando el estreno de Volpone, comedia del inglés Ben Jonson que adaptaron Mauricio Kartún y David Amitín, donde reemplazó a Pepe Soriano en el papel del viejo taimado del título. Pero más allá de este y otros contratiempos no dudaba en pedir pasión para el teatro y en algún encuentro advertía al auditorio sobre la necesidad de esa pasión, rescatando una reflexión del dramaturgo alemán Bertolt Brecht que consideraba legítima: “Cuando la gente no viene al teatro es porque ni nosotros ni la gente sabemos lo que debe ocurrir en él”.
Otra pasión era la docencia, y la aplicaba a las obras en las que actuaba o dirigía: “En pedagogía todo es pregunta; y toda afirmación debe ser considerada una pregunta. Una afirmación no es otra cosa que un modo de discurrir, y no la instalación de una verdad que no deje espacio a otras alternativas”.

miércoles, 1 de febrero de 2012

ENERO A PLENO SOL


Enero estaba a pleno

Treinta y cuatro grados hacía en la ciudad, a un mes de comenzado el verano.

Junto al río, los rayos de sol se potenciaban en miles de cristales espejados de arena rubia y refractaria.

A las once y media de la mañana, con el sol casi en su cénit, Leopoldito Maidana  jugaba al paddle con Andrés Villalba. La pelota enviada por Andrés aceleró la velocidad curvándose vertiginosamente. Leopoldito, con la mirada fija en la pelota se arqueó estirándose hacia arriba, con el brazo izquierdo levantado, estéticamente elongado, todo el cuerpo una sola línea tensa, maravillosa , la raqueta en la mano izquierda como soldada a ella.  Leopoldito Maidana era zurdo.

Fue lo último que vio y admiró Andrés Villalba y  toda la concurrencia femenina, que a la sombra de tilos y sauces seguían el partido con aburrimiento.

La fina línea que formaba Leopoldito Maidana se afinó más y rápidamente se esfumó en la mañana soleada de enero, casi, casi, al mediodía.



 ALICIA SUSANA BAIGORRIA
DE CUENTOS DEL VERANO-2012-
COLON.ENTRE RIOS-ARGENTINA.